—Su Alteza, la reunión se ha retrasado debido a circunstancias imprevisibles —dijo Weston con una sonrisa amable y forzada al entrar en la sala de reuniones.
Weston posó su mirada en el usurpador impasible, cuya vista estaba fija fuera de la ventana.
El usurpador se sentaba allí, con una pierna cruzada sobre su rodilla, y un brazo sosteniendo su mentón. Continuaba observando el paisaje exterior, posando su mirada sobre las rosas que se mantenía en la parte más alejada del jardín. ¿Se estaban burlando de él?
Rosas Doradas florecían bellamente bajo el sol, sus pétalos de un amarillo reluciente que alegraba el día a cualquiera. Rosas…
—¿Su Alteza? —murmuró Weston, frunciendo el ceño. Nunca había visto una mirada tan distante y lejana en el rostro del Príncipe Heredero.
El Príncipe Heredero era un hombre mayor en sus últimos cuarenta, lo cual no sorprendía, considerando que se había apoderado del trono hace poco más de una década.