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—Estás empapada para mí, mi dulce —la otra mano de Elías tocó su flor y su cuerpo se estremeció, la respiración se le hizo más pesada. Estaba húmeda y resbaladiza, lista para él.
—Sin embargo, estás aterrorizada. Dime por qué .
—E-eres demasiado grande —tartamudeó ella, sus ojos desviándose hacia su miembro grande, orgulloso y erguido. Casi podría jurar que veía la vena latir, la punta luciendo roja e irritada.
—Te acostumbrarás a mí enseguida. Te moldearé a mi forma .
Adeline tragó saliva. ¿Es eso posible? Algo en su arrogante sonrisa sugería que sí. Inclinó su cabeza y capturó sus labios, ella cerró los ojos. Su lengua lamió su labio inferior y pronto, empujó su lengua dentro, al mismo tiempo que algo más la penetraba. Sus gemidos y sollozos fueron instantáneamente devorados por él.