Las enormes puertas hacia los jardines se abrieron. La gente se levantó de inmediato ante la vista de la Princesa y su magnífico vestido. Los ojos de todos se posaron en ella, incapaces de apartar la mirada.
La Princesa pisó el pavimento de piedra donde arcos de glicinias colgaban sobre ellos, floreciendo en blanco, púrpura y rosa. Las flores simbolizaban larga vida e inmortalidad, los pétalos caían suavemente sobre la Princesa.
Su futura Reina estaba acompañada por el muy respetado Duque Claymore. Todos estaban asombrados por la vista de ellos. La gente sabía lo reclusivo y severo que era el Duque Claymore. Él no aceptaría esta posición solo por alguien en su vida. Fue entonces cuando la gente se dio cuenta de lo bien conectada que estaba su nueva Reina.
—¿Es esa la nueva Reina? —murmuró alguien en la multitud.
—Es bastante... normal. Como se espera de simples humanos, no hay nada demasiado extraordinario en ellos —comentó otro con desdén.