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Sus dedos apretaron fuertemente su camisa y lo miró con ojos de cachorro tierno.
Michael tragó saliva; su mano derecha descansando en la encimera detrás de ella; la cocina estaba silenciosa, solo se podía oír el leve sonido del refrigerador a su lado.
Sus ojos se fijaron en los de él por un momento, mientras su aliento se volvía entrecortado; mordió su labio inferior y bajó la mirada a sus labios;
—Michael… —lo llamó con un gemido, ya no pensaba con claridad en ese momento. Su cabeza estaba confusa ya que lo único en lo que podía pensar ahora era en tocarlo.
Volvió a mirarlo a los ojos, y pudo ver la lujuria en su mirada, al menos no era la única que quería esto.