Eltanin tomó su mano y depositó un beso en sus nudillos. —Estás tan bella que si alguien se atreve a mirarte, voy a tener que matarlos —dio la vuelta detrás de ella, metió la mano en sus bolsillos y le hizo poner el collar de perlas que su madre le había dado.
Ella rió. —Gracias. ¿Lo compraste para mí? —preguntó, tocando las perlas blancas que tenían un ligero tono rosado.
—No, Madre me lo dio para ti.
Tania sonrió. —¡Es hermoso! —suspiró.
Eltanin no le dijo lo que era, pero tomó su mano de nuevo y la sacó.