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—Teniendo en cuenta lo que hicimos anoche... no es mucho —dijo Fu Hanzheng.
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Gu Weiwei se tocó la frente, sintiéndose impotente y totalmente sin palabras.
¿Qué tan avara creía que era ella, para que él hubiera comprado tantos condones?
Maldito Yuan Meng, realmente la había empujado a la trampa. Sí, lo hizo para ayudarla a superar la crisis, pero ahora ella misma se enfrentaba a una crisis aún mayor.
Fu Hanzheng agarró algunos documentos del estudio y se acercó a su lado, haciéndole compañía.
Gu Weiwei se movió una pulgada lejos de él. —Puedes trabajar en el estudio ahora, yo... no necesito que me hagas compañía por el momento.
Sus piernas se debilitarían cada vez que lo veía y le preocupaba que algo pudiera suceder si él seguía quedándose a su lado en esa misma cama donde se habían divirtido toda la noche.
Fu Hanzheng la miró de reojo. —¿Es porque no quedaste satisfecha anoche que no quieres que esté en la cama contigo ahora?