Al escuchar estas palabras, Fu Shiyi y Fu Shiqin estuvieron de acuerdo con lo que He Chi propuso.
—Sí, cualquiera de nosotros, mientras hagamos algo, llevará a terribles consecuencias. Mejor sálvate a ti mismo, mi hermano no te está tratando mal de todos modos.
Gu Weiwei resopló.
—¡Me voy a casa, que os divirtáis!
¿Así que no podían hacer nada por ella y aún así le habían pedido que se uniera a su equipo para derribar a Fu Hanzheng? ¡Qué estúpidos!
—¡No, por favor! Nos da tanto miedo, ¡necesitamos tu ayuda! —dijo Fu Shiyi, con una mirada patética.
—¡Hemos estado viviendo en los pozos más profundos de problemas y sin ti, no podemos ganar la batalla! —dijo Fu Shiqin con una expresión de impotencia.
—Solo tú puedes salvarnos y llevarnos a la victoria. —He Chi se unió a ellos tratando de persuadirla.
Gu Weiwei suspiró mientras le bloqueaban el camino.
—Solo te ha asustado unas pocas veces, ¿por qué guardar tanto rencor?
Fu Shiqin exclamó en voz alta,