—Abuelo, tú...
—Huo Xian palmoteó la parte trasera de la mano de Shen Yan y dijo —Shen Yan, tú también siéntate, tengo algo que contarles a ustedes.
—Shen Yan asintió y se sentó al lado de Yan Jinyi, quien inconscientemente se movió hacia Shen Yan, dejando que sus codos se tocaran.
—Ya estoy viejo y realmente no me puedo acostumbrar a esta bulliciosa ciudad. Planeo regresar a la isla mañana.
—¡Ah sí! ¡El viejo finalmente se va a ir! ¿Significa esto que nos va a dar una mesada ahora? —Yan Jinyi miró a Huo Xian con los ojos brillantes.
—Abuelo, ¿por qué no te quedas unos días más? Tal vez te acostumbres después de un tiempo —dijo Shen Yan sinceramente.
—Olvidalo, ese mocoso Huo Zihang y Qingyuan me dan dolor de cabeza cuando discuten todo el día. Ustedes dos son mis nietas políticas y sin embargo, no se llevan bien con sus maridos.
—Shen Yan no pudo evitar soltar —Chengyu y yo...