Amelia miró hacia la izquierda y hacia la derecha. Estaba muy feliz. ¡No solo ella estaba feliz, sino que el antepasado también estaba muy feliz!
—¿Qué tal? ¿Al antepasado le gusta? —preguntó suavemente William acercándose a Amelia.
—Por supuesto que le gusta. Si no me crees, pregúntale —asintió afirmativamente Amelia.
William estaba a punto de decir que no era necesario cuando escuchó una vieja voz decir:
—Pequeño William, pisaste mi pie.
¡William explotó al instante!
—¿Por qué? ¿Tienes miedo de tu propia familia? —tsk-ed el Antiguo Ancestro.
—Ancestro... Saludos, Ancestro... —dijo William.
El antepasado dio unas palmaditas en la espalda de William y admiró el paisaje frente a él.
—¿No es hermoso? —preguntó.
—Bonito, bonito, bonito... —respondió William.
—... —Sacudió la cabeza el Antiguo Ancestro y dijo— Por cierto, construye una puerta frente a la tumba de nuestra familia. Delante de la puerta, talla a un niño pequeño haciendo pis, ¡añade un poco de aire occidental!