Helena se quedó en la habitación de la señora Walton y habló con ella durante mucho tiempo. Cuando la señora Walton ya no pudo más y se quedó dormida, ella se levantó sigilosamente. —Mamá, cuídate.
Helena susurró —Helena siempre amará a Mami… Con eso, miró al señor Walton, que ya había caído dormido hacía tiempo. —Papá, cuídate y haz feliz a Mami. Helena siempre amará a Papá… Es hora. Voy a reencarnar. Mami, Papá, adiós.
Helena echó un último vistazo al señor y a la señora Walton y giró resuelta para marcharse.
Después de que Helena se fue, las lágrimas se escaparon silenciosamente de los ojos de la señora Walton. En ese momento, el señor Walton se acercó a secarlas.