—Imposible... —murmuró la madre de Emily—. Mi hija es débil. Le es difícil bajar las escaleras...
El padre de Emily también estaba muy confundido. —Mi hija tiene buen corazón. Ella no haría tal cosa...
Ambos miraron a Emily. Emily había estado atónita durante mucho tiempo. Había pensado que dado que nadie vivía en ese edificio, no habría cámaras de vigilancia. Inesperadamente...
—Yo... yo... —Emily tartamudeaba y no podía hablar. Solo podía sacudir la cabeza. Las lágrimas caían mientras se movía. Se veía miserable e indefensa... De repente, vio a Jorge fuera de la multitud. Como si hubiera visto esperanza, se puso de pie con dificultad—. Hermano Jorge, no fui yo. Ni siquiera sé qué está pasando. Ayúdame, ¿sí?