—Jorge no pudo evitar reírse. La frialdad que acababa de sentir de Sara se fue aliviando lentamente. Sonrió y dijo —Está bien, el Tío Mayor te esperará.
—Amelia asintió con fuerza —¡Sí, sí! —De repente, extendió su dedo —Tío Mayor, promesa de meñique.
—Jorge extendió su mano y Amelia enganchó sus dedos alrededor de los de él. Murmuró —Promesa de meñique, ahorcarse. Por cien años, no se permite cambiar. —Con eso, se dijo a sí misma —Eso no está bien. ¿Por qué una promesa de meñique se ahorcaría? ¿Y por qué son solo cien años? ¡Ella quería estar con su familia por mil años o diez mil años!
—Amelia enganchó el dedo de Jorge otra vez muy seriamente —Promesa de meñique, sello, no cambiar por 10,000 años.
—Jorge rió suavemente. Su risa era agradable y cómoda.
—Tan pronto como regresó a la casa de Walton, Emma salió corriendo —Mia, ¿a dónde has ido? ¡Te fuiste sin decir una palabra otra vez!