Harper apretó los dientes. —¡Pero no puedes abofetearme la cara!
William se burló. —Si no pegamos en tu cara, ¿dónde pegamos? ¿En tu trasero?
Amelia explicó —Te abofeteé el brazo recién, pero no despertaste. Tampoco te despertaste cuando te hice cosquillas. Al final, no tuve más remedio que abofetearte la cara.
Harper miró con furia. —¡Definitivamente tienes un rencor personal!
Amelia parpadeó inocentemente. —No, en serio que no.
Harper se tocó la cara hinchada y estaba al borde de las lágrimas. Amelia definitivamente estaba aprovechando la oportunidad para vengarse. Solo entonces recordó lo que tenía en la boca. Miró hacia abajo y vio que eran sus calcetines malolientes…
William explicó —No puedes culparme por esto. La situación era urgente en ese momento. ¿Quién te dijo que tiraras los calcetines malolientes en el sofá...
Harper temblaba de rabia.
Amelia lo miró preocupada. —Hermano Harper, ¿estás bien? ¿Quieres que Mia te ponga medicina?