Justo cuando la familia de la niña se veía desanimada y sus ojos perdían gradualmente su brillo, un sonido de notificación provenía de su teléfono. Sin embargo, la niña no se atrevía a encender su teléfono. Temía ver regaños uno tras otro, pero si no encendía su teléfono para mirar, se sentiría terrible... Al final, cerró los ojos y abrió su teléfono. No tenía ninguna esperanza en su corazón. Sin embargo, se dio cuenta de que había muchos mensajes privados en su plataforma de redes sociales, todos disculpándose.