—Amelia dijo:
—Papá, te voy a exorcizar.
—Alex... —Espera un minuto —aún no se había duchado.
—Amelia asintió y le recordó:
—¡No puedes bañarte!
—Alex hizo un gesto de comprensión. De todos modos, no le gustaba bañarse. Después de un rato, el sonido del agua salía del baño. Amelia llamó preocupada:
—¿Papá?
—La voz de Alex dijo:
—¿Sí?
—Amelia se sintió aliviada:
—Está bien. Solo grito para ver si sigues vivo.
—Alex...
—Después de medio minuto, Amelia llamó de nuevo:
—¿Papá?
—Alex...
—Con un clic, la puerta del baño se abrió y Alex salió con una expresión de impotencia. Llevaba una bata de baño y casualmente lanzó la toalla que acababa de usar al cesto de la ropa sucia. Le dijo a Amelia:
—Hija, esta es la ducha más rápida que Papá ha tomado.
—Amelia se quedó sin palabras. Parpadeó y miró el tobillo de Alex:
—Entonces, ¿Papá está limpio?
—Alex... —¡Qué crees!