Cuanto más pensaba Rebeca en ello, más indignada se sentía. En ese momento, era demasiado ingenua. Pensó que Jonathan era el mejor y el más rico, así que utilizó todos sus trucos para pisotear a Helena y llegó a la cima con éxito. Registró su matrimonio con Jonathan. Había obtenido todo lo que Helena no pudo conseguir. Sin embargo, no esperaba que el Jonathan que tanto esfuerzo le costó obtener ¡era en realidad una basura!
Amelia apretaba fuertemente el muñeco de gatito entre sus brazos. Podía entender algunas de las palabras de Rebeca, pero otras no las entendía. Por ejemplo, que su padre no era su padre biológico. ¿Podría ser su padre un hombre pervertido? ¿O siete u ocho hombres...?
—¡Por eso eres un bastardo! ¡Un bastardo sucio y despreciable! ¿Y qué si ahora eres hija de la familia Walton? ¡La sangre en tus huesos es barata y sucia! —maldijo Rebeca a Amelia con resentimiento. Debido a su odio, sus palabras eran maliciosas y directas.