Entre bastidores, el discípulo del Maestro Murphy, Mark Cooper, acercó una silla y dijo solícitamente —Maestro, siéntese. Miró alrededor. Las personas a su alrededor estaban ocupadas, pero solo dos personas los recibieron. Mark dijo descontento —Esta gente es realmente demasiado. Ni siquiera prepararon un salón decente para el Maestro. Es indignante.
El Maestro Murphy se sentó con una expresión profunda e indiferente —Está bien. Este viaje es solo porque estamos destinados. No perseguimos el dinero y la fama del mundo mortal. Incluso si estamos en una ciudad bulliciosa, deberíamos ser indiferentes.
Mark se sintió avergonzado —El Maestro tiene razón.
No muy lejos, un hombre de mediana edad con traje miró con indecisión. Se acercó y preguntó con cuidado —¿Usted es el Maestro Murphy?
El Maestro Murphy asintió levemente.
—¿Por qué busca a mi maestro? —dijo Mark.