Amelia tenía una expresión seria en su rostro. Aunque claramente era una niña, aún tenía que imitar a un adulto para consolar a los demás. La Señora Mayor Walton no pudo evitar reír, y la preocupación en su corazón se desvaneció bastante.
En la habitación de Amelia, Elmer apareció de nuevo. —Ven, Mia, hoy te enseñaré hechizos. ¿Sabes qué son los hechizos? De esos que pueden lanzar bolas de fuego con un silbido.
Amelia lo miró con suspicacia. —Maestro, aunque soy joven, no soy estúpida. ¿Cómo podría alguien conjurar una bola de fuego de la nada? Ya no era una niña insensata de dos o tres años. ¡Ya tenía cuatro años y sabía muchas cosas!