—Mamá, quiero papas fritas —pidió Abigail a Marissa y apretó su juguete de peluche, un lindo panda, contra su pecho.
—Claro, cariño —dijo Marissa distraídamente y echó un vistazo a la carta. Acababa de recibir una cantidad muy generosa en su cuenta junto con todas las personas relacionadas con el evento de MSin.
Fue entonces cuando decidió llevar a los niños y a Sofia a este restaurante de lujo. Invitó también a Flint, pero él estaba preparándose para una cita y se disculpó.
Ariel ordenó una hamburguesa infantil mientras que Alejandro todavía estaba escéptico sobre qué comer. Marissa y Sofia conversaban animadamente entre sí, intercalando sus confirmaciones al camarero.
Habían elegido cenar en la azotea y Abigail quería acercarse al barandal para mirar hacia abajo.
—Mamá, ¿puedo ir? —insistía una y otra vez para que su madre atendiera a su súplica.
—No, Abi. No es seguro.