—No has podido dormir —cerró los ojos cuando escuchó la voz somnolienta de Sophie detrás de ella.
—No. No he podido. Pero supongo que Flint tenía razón —dijo suavemente.
Sophie tomó el taburete adyacente a Marissa y se sentó en él. Ambas estaban sentadas allí como dos colegialas vestidas con sus camisones.
—Debería dejar que los niños lo conozcan —no dijo su nombre, pero Sophie sabía de quién estaba hablando.
—Tómate tu tiempo, Mar. No hay prisa —Sophie cubrió su mano que estaba apoyada en la encimera.
—Cuanto antes, mejor Sophie. Tú y Flint siguen diciéndome que él no puede arrebatar a los niños. El punto es... —comenzó a rascar la superficie de la encimera con su uña descascarada—. He visto a personas a mi alrededor que sufrieron. El año pasado mis dos empleados decidieron dejar que sus exes vieran a los niños. Después de tantas promesas fueron incluidos en la vida de los niños. ¿Sabes qué pasó después?