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Chapter 23 - CAPITULO 23:

En un palacio dorado, una sala real en el que se encontraba llena de lujos y estatuas de un hombre sosteniendo el planeta tierra mostraba la majestuosidad de una persona en particular.

Aquel hombre, quien se encontraba sosteniendo su cabeza en la palma de su mano con aburrimiento, esperaba con impaciencia que sus súbditos hicieran lo que habia pedido. Este se encontraba sentado en un trono, rodeado de un velo, separado de la sala de audiencias, su área santa. Sus súbditos, generales a cargo de su ejército, no se atrevían a mirar si quiera el velo que separaba su imagen de ellos. Miró por casualidad a la chica que se encontraba de rodillas frente a él, agachada entre sus piernas y realizando uno los trabajos más antiguos de la humanidad realizado por una mujer, realizando con diligencia la degenerada acción. Era su general más reciente, una de las más hermosas del país, preparada estrictamente para complacer sus deseos carnales.

Ser él fue bueno, ser un dios fue bueno. Ser un dios adorado por sus dones fue lo mejor que pudo haber pasado. Pero él no era el único dios en este mundo, y tenía amigos divinos a los cuales le debía favores, uno de esos favores estaban siendo llevado a cabo. Escuchó los pasos que se dirigían hacia él, uno de sus generales se arrodilló frente a su manto y posó su cabeza en el suelo.

"mi señor", este dijo, con miedo en su tono. Si, a él siempre le encantó ese sonido en las boses de los demás. Dejaba en claro la gran diferencia que había entre las personas y una divinidad como él. "la misión fue un completo éxito. También tenemos a la mujer del demonio de los cielos". Este le dijo, asiéndole sonreír.

"¿muy bien hecho. En cuanto lleguen nuestros invitados, háganmelo saber?", dijo, no dispuesto mantener esta conversación más de lo adecuado. Sin embargo, su subordinado no se alejó. Eso le enojó un poco, tal vez pensando en castigarlo más adelante. "pasa algo, yu laong?", preguntó.

"verá, mi señor. ¿Qué haremos con la aparición del demonio de los cielos? Nuestros satélites detectan sus movimientos hacia nuestra dirección". Este explicó.

"¿dudas de mi omnipotencia?", le preguntó esta vez enojado. Sus ojos de dirigieron hacia el comandante y de ella salieron un haz de luz azul intenso. Los rallos radiactivos golpearon al comandante, quien gritó de dolor tras ser atravesado por el rayo que chamuscó su cuerpo y lo volvió pálido en fracciones de segundos. El no viviría más de 10 minutos tras una exposición tan perversa de radiación.

"aaaaaaaaagh. mi señor, no, no dudaría de su poder, ni en un millón de vidas, una deidad como usted no puede ser vencida". Dijo, mientras temblaba, sus fuerzas abandonándolo. La mujer que sostenía su virilidad en su boca tembló aterrorizada, pero no le importó en lo más mínimo. En todo caso, tuvo que poner en perspectiva a estos súbditos carentes de fé.

"yo, kin yong suang. El dios del poder, se encargará de ese demonio. Mi poder destructivo terminará con la existencia de esta criatura que ostenta con apoderarse del mundo, que me pertenece por derecho. No lo olvides", amenazó el dictador kin yong suang.

"lo entiendo, mi señor, así será, así será". El súbdito dijo antes de retirarse. Sin embargo, a unos pasos de salir del palacio, calló desplomado muerto mientras su carne se derretía y su cuerpo exudaba una fuerte radiación. Sus guardias a lo lejos, envueltos en trajes especializados, recogieron al general muerto y lo arrastraron como perro.

Bien, era lo que le correspondía. Entonces, bajo la espera y el placer, esperó su futura contienda, para mostrar otra vez el poder que corea del norte tenía sobre el mundo una vez más.