Capítulo 6: Cada vez más cerca
Narra Brenda
Al día siguiente, teníamos que ir a la escuela anfitriona para iniciar los preparativos para el concurso. Alan alquiló un auto para que no tuviéramos que manejarnos en taxi. Mi mamá me dejó ir adelante junto a él, aunque lógicamente ella no conocía mis sentimientos.
En la reunión, nos dijeron que el concurso se dividiría en tres etapas: un examen escrito de 20 páginas, un examen oral de 20 preguntas individual y la etapa final se transmitiría por televisión. Teníamos una semana para prepararnos para el examen escrito, otra semana para prepararnos para el oral y una semana para el concurso por televisión. También organizarían un baile al final.
Durante la primera semana, pasé estudiando con Alan. Fue difícil estar sola con él, pero estudiamos durante unas tres horas mientras mi mamá planeaba las actividades de cada día. El primer día fuimos al museo.
Cuando llegamos al museo, caminábamos juntos por todas las obras de arte, disfrutando de cada una de ellas. De repente, vi una de mis piezas favoritas de Picasso y me quedé mirándola. Mi madre se había alejado y Alan se acercó a mí.
- Veo que te gusta mucho esa pieza - dijo intrigado.
- Sí, me encanta. Es una de mis piezas favoritas - dije sonriendo.
- ¿Por qué te gusta tanto? - preguntó Alan.
- Bueno, en primer lugar, admiro la habilidad técnica que se requiere para crear una obra de arte como esta. Pero también me encanta la forma en que el artista ha capturado la emoción y la energía del momento. Es como si pudiera sentir la pasión y la intensidad del artista en cada pincelada - expliqué.
- Estoy totalmente de acuerdo contigo. Además, creo que la obra también tiene un gran valor histórico y cultural. Es un reflejo de la época en que fue creada y de las influencias que el artista recibió - dijo Alan.
- Sí, definitivamente. Es interesante pensar en cómo la obra de arte está conectada con su contexto histórico y cultural. ¿Has leído algo sobre la vida del artista? - pregunté.
- Sí, he leído un poco. Me parece fascinante cómo su vida personal y sus experiencias influyeron en su obra. Creo que eso es lo que hace que la obra de arte sea tan personal y auténtica - dijo Alan.
- Pablo Picasso es un innovador, y gran parte de lo que caracteriza su obra es su estilo personal y absolutamente original - dije sonriendo.
- También es una de mis favoritas. Tiene estilo e influencia - dijo sonriendo.
Y así pasamos horas hablando hasta que llegó mi madre diciendo que ya era hora de irnos. Regresamos al hotel, cenamos los tres juntos y nos fuimos a dormir cada uno a su habitación. Me costó conciliar el sueño, me quedé pensando en la plática que tuvimos con Alan en el museo. No podía creer que tengamos tanto en común y que estuviéramos destinados a estar separados.
Al día siguiente, luego de desayunar los tres juntos, mi madre se quedó en su habitación planeando la actividad del día. Yo fui a la habitación de Alan para estudiar. Estuvimos tres horas estudiando y después fuimos con mi madre a la ópera.
Estábamos viendo "La Traviata" de Verdi y yo estaba entusiasmada. Entonces, Alan, que estaba junto a mí, me habló.
- ¿Te gusta la ópera? – preguntó Alan intrigado.
- Me encanta – dije sonriendo – Cada vez que la escucho, siento que algo se mueve dentro de mí. Es como si una marea de emociones me inundara por completo - expliqué, con lágrimas en los ojos.
- Wow, eso es increíble - dijo Alan - A mí también me gusta mucho la ópera. ¿Cuál es tu aria favorita?
- Mi aria favorita es "O mio babbino caro" de la ópera "Gianni Schicchi" de Puccini - respondí emocionada.
- ¡Esa es una gran elección! - dijo Alan con una sonrisa - A mí me encanta "La donna è mobile" de la ópera "Rigoletto" de Verdi.
- Estoy de acuerdo contigo, la música tiene el poder de transportarnos a lugares que nunca antes habíamos imaginado y de hacernos sentir emociones que nunca antes habíamos experimentado - dije sonriendo emocionada
- Para los oídos sensibles, la música puede hacer eso y mucho más. El arte tiene el poder de afectarnos de maneras profundas e inesperadas - dijo Alan con ternura, tomando mi mano por un segundo antes de soltarla.
Después de la ópera, regresamos al hotel, cenamos juntos y cada uno se fue a su habitación. Me costó conciliar el sueño esa noche, ya que seguía pensando en la obra que habíamos visto.
Al día siguiente, después de desayunar juntos, Alan y yo estuvimos tres horas estudiando en mi habitación mientras mi madre planeaba la actividad del día. Esta vez, fuimos al teatro para ver "Romeo y Julieta". Estaba emocionada por ver la obra y Alan siempre parecía notarlo. Como siempre, se sentó junto a mí y comenzamos a hablar.
- ¿Has leído el libro de "Romeo y Julieta"? - preguntó Alan mientras esperábamos que comenzara la obra.
- Sí, lo leí en la escuela secundaria - respondí - ¿Tú lo has leído?
- Sí, lo leí hace unos años - dijo Alan - Me encantó la historia de amor, pero también me hizo reflexionar sobre la violencia y el odio que pueden destruir todo lo que es hermoso.
- Sí, es una historia trágica pero también muy conmovedora - dije, asintiendo con la cabeza.
Y así, la conversación continuó mientras esperábamos que comenzara la obra.
- ¿Te gusta esta obra? – preguntó Alan, intrigado.
- Me encanta – dije sonriendo - ¿Debo parecerte aburrida? – pregunté, intrigada porque me gustan los museos, la ópera y las obras de teatro.
- ¡No! Para nada – dijo asombrado – Creo que eres una persona interesante - dijo sonriendo.
- En serio, muchas personas creen que son gustos raros en una chica de 17 años – dije mientras nuestros ojos se encontraban.
- Son ignorantes que no aprecian el valor del arte – dijo Alan, tomando mi mano por un momento antes de soltarla.
- Sí, tienes razón – dije, sonriendo
Y hablábamos de la obra, sus ojos se iluminaban cada vez que hablaba de arte. No podía evitar sentirme asombrada por la cantidad de cosas que tenía en común con él.
Cuando terminó la obra, volvimos al hotel, cenamos y nos fuimos a nuestras habitaciones. No sé por qué, pero cada vez que hablaba con Alan, me costaba conciliar el sueño. Solo podía pensar en lo que hablábamos.
Para el cuarto día, luego de levantarnos, desayunar y estudiar en la habitación de Alan por tres horas mientras mi madre planeaba la actividad de ese día, fuimos al cine para ver "La sombra del amor", mi película favorita. Como siempre, Alan se sentaba junto a mí y aprovechaba para hablarme.
Mientras la trama se desarrollaba en la pantalla.
- ¿Te gusta la película? – Preguntó Alan, con una sonrisa en el rostro.
- Me encanta esta película – Respondí, también sonriendo.
- Se nota que eres una chica muy sensible y con buen gusto – Dijo, mientras tomaba mi mano.
- Es mi película favorita – dije, emocionada. – Me encanta la música, la historia de amor y la actuación de los protagonistas.
- A mí también me gusta mucho – dijo Alan, sonriendo. – La música es increíble, ¿no crees?
- Totalmente – dije, asintiendo con la cabeza. – De hecho, tengo la banda sonora en mi teléfono. Si quieres, te la puedo compartir
- ¡Genial! Me encantaría escucharla - respondió Alan, entusiasmado
La trama de "La Sombra del Amor" se desarrollaba ante nuestros ojos, y yo no podía evitar sentirme identificada con los personajes principales. La historia de amor imposible y la lucha por superar la muerte me conmovían profundamente. Por otro lado, notaba que Alan también estaba muy interesado en la trama, y no pude evitar preguntarle:
- ¿Te sientes identificado con algún personaje de la película?
- Sí, definitivamente. Creo que todos hemos pasado por momentos de dolor y pérdida, y es difícil superarlos. Pero al final, siempre hay una luz al final del túnel – Respondió, con una mirada profunda.
Después de la película, fuimos a cenar juntos en un restaurante cercano. La conversación fluyó con naturalidad, y pude notar que había una conexión especial entre nosotros. Sin embargo, la tensión seguía presente debido a nuestra relación de profesor y estudiante. Después de la cena, fuimos a dar un paseo por la ciudad, disfrutando de la noche y de la compañía del otro. Cada vez me costaba más controlar mis sentimientos hacia él, pero sabía que tenía que mantener la distancia.
Al día siguiente, tras desayunar y estudiar con Alan en mi habitación, mi madre planeó una actividad para el día: ir al parque. Decidí subir a la montaña rusa, pero mi madre tenía miedo a las alturas.
- Quiero subir a la montaña rusa - dije sonriendo.
- No sé, hija... parece muy arriesgado - dijo preocupada.
- Por favor, mamá - supliqué.
- Yo puedo subir con ella, si eso la hace sentir segura - dijo Alan con una mirada segura.
- En serio, gracias - dijo mamá sonriendo.
Subimos a la montaña rusa juntos. Sentí una mezcla de temor y alegría, pero estando arriba, Alan tomó mi mano y eso me hizo sentir segura. Ni siquiera sentí la montaña rusa, solo las manos de Alan sosteniendo las mías.
Después, tuve ganas de hacer parapente, pero mi mamá no se animó. Alan se ofreció a acompañarme y cuando me sostuve de la cuerda, él puso sus manos sobre las mías. Sentí que mi corazón latía con intensidad.
Luego, Alan me acompañó en la tirolesa y el salto bungee, ya que mi mamá no se animó. Por alguna razón, confiaba en él para que me cuidara, aunque ella no conocía mis sentimientos.
Con mi mamá, subimos a los autos chocadores, jugamos con la grúa expendedora de peluches, el tejo, el metegol y el pool.
Cuando volvimos al hotel, cenamos y nos fuimos a nuestras habitaciones. Me quedé pensando un momento en lo cerca que estuve de Alan.
Suspirando, me dije:
- Ya basta, Brenda. Deja de pensar en tu profesor. Concéntrate en mañana, que comienza la primera etapa: ¡el examen escrito!