—¡Clayton! —ruge Xavier, alzándose de un salto—. Apreta mi mano en un firme apretón, dándome una palmada en la espalda con la otra mano—. Es un placer verte, amigo.
—Lo mismo digo, Xavier —respondo a su efusivo saludo con una sonrisa—. Lucas, siempre es un placer.
Lucas se pone de pie, su sonrisa no llega a sus ojos mientras nos damos la mano. Hay tensión en sus hombros, una rigidez en su mandíbula. Algo le está pesando.
Nos acomodamos en los sofás, el horizonte de la ciudad brillando más allá de las ventanas de suelo a techo. Xavier se recuesta, cruzando los tobillos —¿Qué tal vuestros vuelos, muchachos? Sin problemas, espero.
Niego con la cabeza —Todo tranquilo para mí. Sin disturbios.
La boca de Lucas se aprieta en una línea sombría —Desearía poder decir lo mismo. Justo después de aterrizar, recibí otro informe de un explorador muerto.