Naia estaba teniendo un sueño muy agradable. No sabía de qué trataba, pero jadeó, sintiéndose muy bien.
Pero su cuerpo se sacudió violentamente, y abrió los ojos para ver al guapo y atlético Tadeo sobre ella y pudo ver su gran miembro entrar y salir de sus pliegues una y otra vez, y sus propias paredes intentando retenerlo.
—Buen... día —dijo él, jadeando, inclinándose para darle un beso casto, pero el creciente movimiento salvaje debajo de ellos era todo menos casto.
—Hmmm~ —fue todo lo que pudo articular y rodeó con sus brazos sus amplios hombros mientras él la saqueaba, su cuerpo entero rebotando mientras él la embestía.
—Es... hora de levantarse pronto —dijo mientras bombeaba—. Vamos... a ir de compras hoy.
Ella parpadeó. —¿C-Compras? —preguntó, con la boca abierta mientras gemía.
Él sonrió. —Sí.
—¡Vale! —exclamó ella y él se inclinó para tomar sus labios mientras se movía, sintiendo sus pechos erguidos apretarse contra su pecho.
¡Clap, clap, clap!