—Sobre mi cadáver —gruñí.
Mi cuerpo ardía y palpitaba de dolor, pero no era nada que no hubiera sentido antes. Si acaso, me sentía aún más vivo con todo lo que estaba sucediendo: los vítores y las burlas, el dolor pulsante y la sangre rugiente que bombeaba por mi cuerpo.
Me lancé hacia adelante, tomando apenas tiempo para descansar y recuperarme. Evidentemente sorprendí a Damon, pues sus ojos se abrieron un poco, sus cejas se arquearon hacia arriba cuando notó cuán rápido me acercaba a él. Sin embargo, con su velocidad y agilidad, esquivó mis siguientes golpes con gran facilidad.
Se alejaba o se movía solo un poco fuera de alcance cada vez que lanzaba un puño. Sin embargo, no hizo ningún movimiento para contraatacar. Mantuvimos este baile, moviéndonos hacia atrás y adelante: yo estaba en la ofensiva mientras él estaba en la defensiva. A pesar de eso, mantuvo una sonrisa constante en su rostro, las comisuras de sus labios ligeramente inclinadas hacia arriba todo el tiempo.