Alina estaba sentada en su coche en la puerta del hospital, mirando fijamente el jardín del hospital a través del parabrisas. Observó cómo Beatriz caminaba con una amiga entre los cuidados céspedes y los arriates de flores.
Había pasado casi un mes y todavía no había recibido ninguna actualización sobre el estado de Damián.
Se estaba volviendo loca. La seguridad en el hospital era estricta y el que los estadounidenses no los hubieran atacado aún la hacía sentir inquieta.
Estaban demasiado silenciosos para su gusto. Era casi como la calma antes de la tormenta.
Alina había estado intentando recopilar cualquier información que pudiera sobre la condición de Damián.
Así que había recurrido a espiar a Beatriz, esperando poder ver a Damián o escuchar alguna conversación sobre su salud.