Después de terminar de cenar, Damián salió a hacer una llamada y Rhys le pidió que lo acompañara al bar, que era parte de la sala de juegos de la casa.
Cuando llegaron al bar, él asintió hacia la barra.
—¿Me permites? —Beatriz asintió—. Vale.
Él la levantó para que se quedara sentada en la encimera de la barra.
Ella balanceaba sus piernas colgantes y observaba mientras él encontraba un vaso rojo Solo. Abrió un armario lleno de todo tipo de licor conocido por el hombre.
—Guau —suspiró ella asombrada—. Eso era mucho alcohol.
Él sonrió.
—Elige tu veneno.
—Elijo mi veneno y es… —Beatriz se quedó pensativa—. ¡Tú! —Añadió.
—Una mujer después de mi propio corazón —se rió mientras sacaba varias botellas de licor.
Beatriz se rió y se encogió de hombros.
—Sorpréndeme querido.
Rhys asintió y vertió tequila, ginebra, whiskey, ron y vodka en el vaso casi hasta arriba y luego añadió un poquito de Coca-Cola.