Damien tarareaba al ritmo de la música que sonaba en su teléfono, agarrando ingredientes del refrigerador con una mano y equilibrándolos bajo su brazo para empezar a preparar la cena antes de cerrar la puerta con el pie y caminar de vuelta al mostrador.
Rhys estaba en el gimnasio y Beatriz, cuando él había pasado a ver cómo estaba, estaba tomando una siesta. Debía haberse quedado dormida justo después de su ducha porque llevaba puesta su bata de baño.
Rhys le había contado acerca de sus pesadillas y lo difícil que debió haber sido para ella. Estaba contento de que hubiera otra persona además de él en la vida de su hermano.
Beatriz era su pequeño ángel y nunca la dejarían ir. Muchos no comprenderían cómo dos hermanos desearían estar con la misma mujer, pero bueno, ellos no eran normales.
Podía ver cuán feliz estaba Rhys y eso era todo lo que importaba para él. La felicidad de su hermano.