—Vamos, no puede ser tan malo —Beatriz intentó aligerar el ambiente sombrío.
—No —la voz de Remo intervino, abrupta y llena de una cierta finalidad. Se apresuró hacia su coche aparcado, la determinación en sus pasos no dejaba lugar a discusión.
—Voy a hablar con él —se ofreció Rhys, su respuesta tan rápida como sus acciones. Giró y corrió tras Remo, alcanzándolo justo cuando estaba a punto de entrar en el coche.
—¡Espera! —Rhys llamó urgentemente, agarrando la puerta del coche antes de que pudiera cerrarse—. Por favor, solo toma un momento antes de hacer esto.
Los ojos de Remo ardían con una mezcla de frustración y resistencia, pero Rhys se mantuvo firme, impasible ante la intensidad de su mirada.
—Sé que nunca entenderé realmente lo que pasa con ustedes —comenzó Rhys, su voz sincera y firme—. Pero por el bien de Beatriz, al menos considera esto.
Una sonrisa sarcástica tiró de los labios de Remo. —Ah, entonces es ella quien te preocupa.