—Matteo —llamó ella de nuevo, solo para estar segura.
—Sí, mi dulce, estoy justo aquí —respondió él suavemente, llevando la palma de ella a su rostro, una silenciosa seguridad de la realidad del momento.
—Probablemente sucedió en el momento en que entraste en mi vida como mi asistente personal. Perdí mucho tiempo, pretendiendo que estos sentimientos nunca existieron, cuando en realidad, no paraban de crecer. Y ahora, jamás podré volver a ser yo sin ti a mi lado, Stella Rossi.
Matteo… me ama… El pensamiento resonaba falso en su mente, pero aquí estaba él, en carne y hueso, proclamando su amor… y había estado presente desde el primer día. Todos esos gestos, todas esas caricias, todas esas reacciones que él tenía, todas pruebas de algo que existía desde el principio.