Remo golpeó su bastón contra el suelo, haciendo la señal a los guardias. De inmediato, los dos hombres sacaron navajas de sus bolsillos, cada una con hojas de dos pulgadas en sus fundas.
—¿Qué es esto? —preguntó Nolan, poniéndose a la defensiva una vez más mientras luchaba contra el agarre de los guardias. Pero uno de ellos clavó el cuchillo en su muslo con rápida entrega, sobresaltándolo y enviando una ola de shock y dolor directo a su cabeza.
—Agh, ¿qué cojones, qué—no, joder, por favor, no —ese fue el comienzo de una tortura continua de las cortas hojas atravesando su piel sin tener idea de dónde vendría el próximo ataque.