—Muy bien, si insistes —admitió Remo—. Usando el apoyo de su bastón, se puso de pie de manera fluida, dominando fácilmente sobre la estatua de vagabundo del bastardo. Después de haberlo mirado detenidamente, alejó la vista y comenzó a salir del Casino. Sin embargo, justo cuando iba a dar el siguiente paso, Nolan lo detuvo con un agarre férreo en su muñeca, impidiéndole hacer cualquier otro movimiento.
En el momento en que los guardias notaron su mano, uno de ellos se lanzó hacia adelante, a punto de contrarrestar su atrevida acción con un puño en su costado, pero Remo lo detuvo indefinidamente, levantando la palma mientras observaba a Nolan con una expresión astuta.
—¿A dónde crees que vas? —Nolan exigió firmemente.