—Mat... Matteo, ah espera —exclamó, luchando contra su firme agarre de sus muñecas, mientras sus dedos continuaban su implacable movimiento dentro de ella.
—Ven para mí, querida —susurró mientras la punta de sus dedos se enroscaba en su húmeda profundidad, rozando su dulce punto. Gritó, su placer desgarrándola mientras alcanzaba su liberación, sus paredes apretando sus dedos fervientemente.
—Oh joder, Stella, mira lo que has hecho —susurró él, su mano flexionándose sobre el bulto de su pantalón. Le plantó un beso suave en la frente antes de soltar sus muñecas. Deslizando sus brazos por debajo de ella, la levantó fuera de la bañera.
—¿Qué estás haciendo? Te vas a mojar —murmuró ella, su voz temblando con debilidad.
—Te llevo a la cama. Necesitas descansar —respondió él suavemente.
—¿Descansar? —preguntó ella, su mente aún nublada por su aventura de momentos antes.