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Cuando le bajó completamente el cierre de su vestido, sus manos comenzaron a trazar un camino lento en su espalda, descendiendo paulatinamente. Cuando llegó a la parte baja de su espalda, ella comenzó a inquietarse una vez más.
—¿Qué pasa? —preguntó Matteo con tono ronco, su necesidad ya acumulada y ansiosa por ser liberada.
—Matteo, um, —empezó, pero no fue capaz de encontrar sus palabras.
—¿Qué estás ocultando? —preguntó, hundiendo sus manos en su traje y agarrando su desnudo trasero. Sintió un nudo en la garganta cuando de repente lo comprendió. Una sonrisa maliciosa se formó en sus labios mientras cerraba sus palmas sobre cada montículo y los separaba ligeramente. Stella gimió y se inclinó hacia él, su respiración entrecortada y contenida.