—Eso es mucha presión —resopló Beatriz.
—Sé que te quiero. Sé que dadas un millón de opciones, te elegiría a ti cada vez, pero si no sientes lo mismo, entonces eso es respuesta suficiente para mí. Elígeme o no, pero sé que la venganza no tuvo nada que ver con nuestra relación después del primer día. Fue solo una excusa para seguir viéndote —respondió Damián mientras se levantaba lentamente.
Se alzaba sobre ella, la imagen de la masculinidad, del poder, de la fuerza. Sin embargo, sus ojos demostraban que se sentía tan confundido, tan salvaje, tan desordenado como Beatriz. Ella no era la única herida. Damián decía cada palabra con sinceridad y esa disposición a ser vulnerable y auténtico importaba.
Beatriz se levantó lentamente, sus ojos se mantenían en los de él mientras tragaba. Todo lo que quería era este tipo de apertura de parte de ellos. Ella lo había anhelado: la seguridad de que la deseaban de la misma manera en que ella los deseaba.