Beatriz y Rhys simplemente estaban allí, en silencio. Beatriz estaba demasiado paralizada para decir nada.
La voz ronca de Rhys cortó el denso vacío de la habitación, su tono apenas por encima de un susurro.
—¿No puedes dormir?
Beatriz negó con la cabeza, esperando no estar imaginándose cosas y que él realmente estuviera a su lado.
—No —Beatriz finalmente logró responder, su voz apenas audible. Se movió ligeramente, girando su cabeza para enfrentarse a Rhys, confirmando que él estaba allí, tumbado a su lado. Su presencia ofrecía un pequeño destello de consuelo en medio del abrumador silencio que se había instalado entre ellos.
Rhys extendió una mano, sus dedos rozando levemente el brazo de Beatriz como para asegurarse de su presencia.
—Yo tampoco —admitió, su voz aún ronca por el peso de su reciente calvario—. Es difícil apagar mi mente después de todo lo que ha pasado.