Beatriz se paró cerca de la gran ventana en el elegante salón de su mansión, sus ojos fijos en Rhys de pie junto a la puerta. Su corazón se dolía al observarlo, su figura llena de una mezcla de determinación y vulnerabilidad. La vista de él provocaba un torbellino de emociones en su interior.
Sin que Rhys lo supiera, Beatriz había estado observando cada uno de sus movimientos desde que llegó. Había instruido a los guardias para que le informaran de su presencia, queriendo echar un vistazo al hombre que una vez había aprisionado firmemente su corazón.
Mientras lo observaba, sus ojos se llenaron de lágrimas. La presencia de Rhys le recordaba el amor que habían compartido, los hermosos momentos que habían vivido juntos. Pero también le traía de vuelta el dolor y la herida que los había separado.