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—Abre tu bonita boquita —la voz del hombre detrás de él que lo tomaba desde atrás bramaba antes de que ella oyera un fuerte golpe y oyera la pequeña voz de Rhys gemir de dolor.
—Por favor, seré bueno, seré bueno - por favor, no - por favor, ayúdame - no quiero —la voz asustada de Rhys se ahoga en sollozos y ella siente como si sus entrañas fueran desgarradas.
—No, chico, necesitas - esto es tu culpa —la voz del hombre detrás de él hablaba mientras el que estaba delante forzaba su boca a abrirse y hundía su pene dentro de su boca.
Beatriz se tapó los oídos con sus manos y cerró los ojos con fuerza.
—¡Rhys apágalo! —gritó ella, su voz se quebró mientras oía sus gritos resonando en sus oídos—. ¡No puedo ver esto! ¡Por favor apágalo!
No pudo abrir los ojos, ni mover sus manos de sus oídos. Solo quería sacar ese sonido de su cabeza. En este caso, verlo hizo que la realidad fuera peor que su imaginación; verlo era mucho peor que imaginar que eso le sucediera a él.