Ya estaban acomodados en el avión. Conforme este se elevaba en el aire y se sentían las sacudidas, Beatriz instintivamente se agarró del brazo de su hermano mayor buscando calma.
Al ver cómo actuaba Beatriz, rio por dentro al pensar que, sin importar la edad, realmente la ven como su pequeña hermana que siempre necesita de su protección.
Y siempre será así.
—No te preocupes, Beatriz —dijo Matteo, acariciando su mano para tranquilizarla—. Estoy aquí para ti... siempre.
—Gracias —articuló Beatriz, ya sintiéndose más calmada con la ayuda de su hermano mayor.
Conforme el avión ya volaba estable hacia su casa, los pasajeros suspiraron al terminar las sacudidas.
El padre de Beatriz se sentó cerca de la ventana, luego Beatriz en el medio, y luego Matteo. Matteo llamó a la azafata y pidió una botella de agua para que bebiera Beatriz.
—¿Quieres algo de comer? —Matteo volvió a preguntar, su hermana menor negó con la cabeza.
—No, gracias, Matteo. Solo me gusta el agua.