—¿Hola? —dijo Rhys, pellizcándose entre las cejas.
—Rhys… —Beatriz lo llamó suavemente.
Rhys sintió un nudo formarse en su estómago mientras respondía y escuchaba la voz de Beatriz, temblorosa y aterrada, al otro lado de la línea.
—¿Beatriz? ¡Oh Dios mío! ¿Eres tú de verdad? ¿Dónde estás? ¿Estás bien? —Rhys hizo una serie de preguntas de una vez. Realmente no podía creer que fuera Beatriz la que lo estaba llamando. Él había pensado que la había perdido para siempre.
—Sí… No sé dónde estoy. Me desmayé al salir del baño. Tenía cólicos muy fuertes y quería sentarme a esperarte. Lo siento, sé que me dijiste que no saliera del cubículo y que esperara a que volvieras. Alguien me encontró. Hasta ahora realmente no he visto quién es pero no te preocupes, estoy bien y me están cuidando bien. —Rhys sintió una oleada de alivio al escuchar la voz de Beatriz. Pero no podía deshacerse del miedo de que ella estuviera en peligro.