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—No te muevas —Rhys murmuró suavemente antes de levantarse con gracia de la cama y dirigirse al baño. La habitación se llenó con el sonido relajante del agua corriendo. Cuando él regresó, trajo consigo una toalla húmeda y tibia y un puñado de pañuelos.
Con delicadeza, la atendió, limpiándole cualquier resto de su pasión de su estómago.
Con cuidado, le separó las piernas y continuó limpiándola, pasando la toalla suavemente por sus muslos internos antes de presionar la toalla tibia contra su sensible e hinchada zona íntima.
Ella dejó escapar un suspiro de satisfacción, disfrutando de la sensación mientras él seguía atendiéndola con el máximo cuidado y atención.
—He preparado un baño relajante y cálido para ti —Rhys dijo mientras colocaba la toalla en su mesita de noche y la levantaba en brazos—. Aliviará cualquier dolor que puedas estar sintiendo.
La bañera ya estaba llena de agua tibia cuando él la llevó al baño y la colocó con cuidado dentro de ella.