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Damien y Rhys se tensaron al escuchar su pregunta. Claramente no esperaban que ella preguntara eso.
—Nuestra princesa se está poniendo traviesa, ¿verdad hermano? —rió Rhys.
Un fuerte gemido salió de los labios de Beatriz cuando la mano de Damián agarró su muslo y lo apretó firmemente.
Sus ojos ardientes de deseo se encontraron con los de ella y el aliento de Beatriz se cortó,
—Mmm —murmuró en aprobación mientras sus dedos se deslizaban hacia la parte interna de sus muslos mientras los frotaba de arriba abajo.
—¿Qué quieres, princesa? —le sonrió Damien desde arriba.
Un sobresaltado jadeo salió de sus labios cuando Rhys la agarró del cabello por detrás para exponer su cuello mientras adhería sus labios a la piel desnuda justo debajo de su oreja. Beatriz jadeó en cuanto sus labios tocaron su cuello y podía sentir su sonrisa contra su piel.
—Te lo daremos —susurró Rhys—. Te daremos todo lo que quieras.