```
Remo levantó con cuidado el pie de Beatriz y examinó la herida. Era un corte profundo, pero no demasiado ancho. Rápidamente consiguió un botiquín de primeros auxilios y se sentó junto a ella.
Usando unas pinzas, retiró con cuidado cualquier pedazo de vidrio o espejo que todavía estuviera incrustado en la herida.
Luego la limpió a fondo con peróxido de hidrógeno y la cubrió con un vendaje estéril.
Beatriz se estremeció de dolor mientras Remo trabajaba.
—Lo siento, ya terminaré pronto —dijo él suavemente.
Beatriz cerró los ojos y asintió:
—O-okay.
—Deberías haberme dejado matarlo, ni siquiera sé qué le ves a ese maldito bastardo. Si antes tenía buen aspecto, ahora está feo como la mierda. Encontraré un mejor tipo para ti —escupió Remo con amargura. Beatriz sabía que él todavía estaba enojado con Damián.