Damien le sonrió a Beatriz, agradecido por su apoyo.
—Gracias, Bea. Haré todo lo posible por sanar lo más rápido posible para que podamos estar juntos cuanto antes —dijo.
Remo puso los ojos en blanco y se cruzó de brazos sobre el pecho.
—Como sea. Pero más te vale que el desfiguramiento no asuste demasiado a mi hermana —comentó.
La sonrisa de Damien desapareció y bajó la vista hacia sus manos. Sabía que no era la misma persona que era antes de la explosión, pero esperaba que Beatriz pudiera ver más allá de las cicatrices y amarlo por lo que era por dentro.
—Entiendo tus preocupaciones, Remo —dijo Damien en voz baja—. Pero prometo hacer todo lo que pueda para hacer feliz a tu hermana. Ella significa todo para mí.
Remo suspiró y bajó los brazos.
—Está bien. Te ayudaré a encontrar un lugar donde quedarte. Pero si le haces daño a mi hermana, me aseguraré de que pagues —amenazó.
—No la voy a lastimar, lo prometo —dijo Damien con seriedad.