Cuando Beatriz entró en la habitación del hospital, la recibió el leve sonido de la respiración de Damián.
Los doctores habían logrado controlar las convulsiones de Damián y él estaba bien. Al menos por ahora.
Camino hasta su cama y suavemente retiró un mechón de cabello de su frente. Los ojos de Damián parpadearon y la miró confundido.
—Hey, ¿cómo te sientes? —preguntó Beatriz suavemente, tomando la mano de Damián en la suya.
Los ojos de Damián se enfocaron en la cara de Beatriz y una débil sonrisa apareció en sus labios. —Bea...triz —musitó, su voz apenas un susurro.
Beatriz agarró un vaso de agua de la bandeja y lo acercó a los labios de Damián. Bebió con avidez, su garganta árida y seca.
—Bienvenido de vuelta, mi amor —dijo Beatriz suavemente, acariciando la mejilla de Damián—. He estado tan preocupada por ti.
Damián levantó la mano y tomó la de Beatriz en la suya, dándole un débil apretón. —Lo siento... por preocuparte —susurró.