Anastasia pudo ver que su relación con su madre no era buena, especialmente con la intervención de esa pequeña prostituta del té verde.
Parece que sus padres están más enamorados de esa pequeñita del té verde y quieren que Cily se reúna con él todavía.
Solo...
Un atisbo de paranoia cruzó por los ojos de Anastasia, y a nadie le importó.
Ella era una mujer posesiva, y su hombre no podía ser menospreciado por nadie, o...
—¡Pequeña puta del té verde, nunca te comprometas en sus manos!
—Mi madre y yo no nos llevamos bien —dijo Greyven.
Greyven puso sus manos en su frente y se inclinó sobre el volante de manera lamentable.
El corazón de Anastasia dolía.
Su hermanito debería haber sido animado, debería haber estado rugiendo y diciendo lo que pensaba como lo hacía alrededor del señor Michael, no como estaba ahora, atrapado por la intimidad y luciendo desaliñado.
—Está bien, todavía me tienes, yo te daré un hogar —le aseguró Anastasia.