Rosina se quitó la capa y la lanzó sobre el sofá. Sudaba mucho, y su cuerpo se estaba calentando, pero lo que más le dolía era el ojo izquierdo.
—¡Ah! —gimió Rosina y se desplomó en el suelo mientras intentaba presionar su ojo para minimizar el dolor, pero no ayudaba mucho.
Un golpe en la puerta captó la atención de Rosina.
—Señorita Mita, aquí tiene su entrega —resonó la voz de Babydoll fuera, seguida por un gemido.
—¡Ya voy! —Rosina se obligó a levantarse y tambaleó hacia la puerta. La abrió para revelar a un joven de unos 20 años con el cabello rizado castaño y ojos avellana. Tenía una tela envuelta alrededor de su boca para evitar que gritara.
Babydoll de inmediato empujó al hombre al cuarto de Rosina antes de que alguien pudiera verlos, ya que no todos los hombres lobo que tomaban el servicio de la Realeza sabían acerca de la existencia de esclavos bajo tierra.