Ha pasado una semana desde que enterraron el cuerpo de Terzo en la tierra. El jardinero de Draco ha estado cuidando la plántula para que crezca.
Todo ese tiempo, Rosina comenzó a explorar la residencia para matar el tiempo ya que el impulso de matar y tener sexo había sido suprimido. Draco había regresado al Palacio por el trabajo que necesitaba.
—Estoy sola de nuevo en esta enorme casa —murmuró Rosina mientras golpeaba su cabeza contra la pared. Fina y Sal también estaban ocupadas lavando su ropa.
—¿Qué debería hacer para entretenerme? —Rosina gruñó y pensó en masturbarse durante todo el día, pero cuando estaba a punto de tocarse, escuchó pasos que se acercaban. Se arregló y actuó como si estuviera mirando los cuadros pegados a la pared.
—Señorita Rosina, buenas tardes —dijo Ferro al verla parada a un lado. Se paró frente a ella antes de inclinarse en señal de respeto.
—Sir Ferro, buenas tardes también para usted —Rosina saludó con una suave sonrisa.