Rosina se quedó congelada en su lugar cuando la Reina se paró frente a ella. Podía oler el dulce aroma a fresa que emanaba de ella.
—Levanta la cabeza, niña —Cinzia Violante, la Reina, habló suavemente con una sonrisa burlona.
Rosina obedeció, levantó la cabeza y miró directamente a los ojos de la Reina, que le devolvían la mirada.
La sonrisa burlona de la Reina creció, y observó el vestido y la figura de Rosina. Tocó las mejillas de Rosina, acariciándolas antes de besarle la frente.
Rosina estaba sorprendida por el gesto y observó cómo la Reina le guiñaba un ojo antes de regresar al trono. Podía oír los fuertes suspiros y murmullos de la multitud, pero no entendía el motivo detrás de las acciones de la Reina.
Rosina sonrió antes de inclinarse de nuevo y regresar a su asiento asignado, que estaba en la primera fila. Vio cómo el Rey la miraba con una pequeña sonrisa, a la cual ella respondió con una sonrisa y una reverencia.