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Su carruaje se detuvo frente al Palacio. Rosina pensó que irían al lugar de Draco, pero estaba equivocada. Bajaron y entraron por la puerta del palacio ya que los guardias habían sido notificados de su llegada.
—Alfa y Luna Greco de la manada de Palecrest —un joven vestido con un traje negro los saludó en la entrada—. Soy Ferro Lucchesi, el mayordomo del tercer Príncipe. Por favor, síganme.
Los padres de Rosina lucían confundidos ante la repentina implicación del Príncipe, ya que no sabían que él era quien había emparejado a Rosina. Todo lo que sabían era que debían ser presentados ante la Monarquía para la aprobación y bendición de la boda.
Cleto miró de reojo y le lanzó una mirada enfurecida a Rosina, pero a ella no le importó. Rosina continuó caminando y llegaron a una gigantesca puerta dorada.
Ferro golpeó dos veces y presentó sus nombres. —Su Alteza, han llegado —abrió la puerta y se hizo a un lado para dar espacio a la familia Greco para entrar.